El sábado tuve la oportunidad de pasar un auténtico día de campo en la estancia La Mimosa, en Exaltación de la Cruz, Partido de Capilla del Señor. Hace tiempo tenía ganas de conocer algún lugar de la zona, apenas a 75 kilómetros de Buenos Aires.
El día empezó temprano, ya que la idea era llegar apenas abriera el lugar para disfrutar de las instalaciones antes del almuerzo. Llegamos a las 11:30, nos pidieron el nombre de la reserva, pagamos y nos asignaron el número de mesa del quincho.
Las instalaciones de esta estancia datan de 1869, y desde 1985 la explotan comercialmente, tanto para días de campo como para casamientos y otras celebraciones.
Estuvimos un rato recorriendo el lugar, mirando a los caballos, sacando fotos y respirando aire fresco. Luego nos avisaron que estaba por empezar una pequeña demostración de danzas típicas y que nos recibirían con una empanada y algo para beber. Efectivamente, fuimos a otro espacio al aire libre, escuchamos al organizador, Don Mauricio Goyenechea, darnos la bienvenida, quien resultó ser el dueño del campo, cuarta generación de la familia. A cada uno le daban una empanada (de carne, frita, como debe ser) y una copa de vino tinto, vino blanco (bodega Goyenechea) o gaseosa marca Coca Cola. La demostración estuvo linda, era una pareja de gauchos mostrando un poco de cada danza. Al finalizar, el que quería podía repetir el aperitivo.
Al terminar, estaba la posibilidad de andar en sulky o a caballo. La verdad que el sulky no me agrada porque no me parece bien todo lo que le ponen a los animales, y para los caballos había mucha fila y encima había que ir asistido. Así que no probé ninguno, pero saqué fotos.

Después llegó la hora del almuerzo, así que pasamos al salón, el cual estaba bien distribuido con todas las mesas numeradas y espaciadas. Dejaron en cada mesa una ensalada de tomate y lechuga y otra de papa y huevo. Luego trajeron las bebidas que habíamos pedido. Eran todas botellas grandes, hasta el vino. Y para empezar trajeron una bandeja de pan y chorizos. Obviamente me hice un choripan con mucho chimichurri.
Mientras disfrutábamos de la entrada, comenzó el show de folclore arriba del escenario. Era la misma pareja de antes, solo que esta vez fue mucho más largo y más animado. Bailaron…

Cantaron, zapatearon, tocaron el bombo…

Y usaron las boleadoras.
Mientras todo eso sucedía, la carne iba llegando. Morcilla, asado, vacío y pollo. Destaco la calidad de la carne, la buena temperatura y el tiempo entre cada corte. Ah, y se podía repetir todo lo que queríamos, ensalada, carne y bebidas. Para cerrar trajeron el postre, que era un helado de americana con una salsa de frutos rojos. Estaba bueno, pero me hubiera gustado que hubiese al menos una opción más de postre.
Al finalizar el almuerzo nos fuimos a recorrer un poco el campo, aprovechamos para conocer a todos los animales que había allí, entre ellos los pavos reales. Una curiosidad es que los machos son los que tienen las plumas más grandes y coloridas. Las hembras tienen las plumas más chicas y no tan coloridas.

La tarde continuó con carrera de sortijas, donde competían seis jinetes a ver quién lograba insertar la sortija (exactamente, del tamaño de un anillo) en un palito del tamaño de un lápiz.

Y terminó con pastelitos y mate cocido que me hizo acordar a los campamentos con el colegio. Ya para la puesta del sol, nos fuimos.
La verdad que fue una muy buena decisión, hace tiempo que tenía ganas y el día nos ayudó mucho. El precio por persona es $2250, no me parece nada mal, considerando todo lo que incluye y todo el lugar. Los protocolos se respetaron bastante bien, alguna que otra persona no usaba el barbijo en algunas situaciones, pero en general todo correcto. Y la atención de todo el personal es muy buena. Espero regresar en breve.
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